'Said we’ve got holes in our hearts, we’ve got holes in our lives
We’ve got holes, we’ve got holes but we carry on
Said we’ve got holes in our hearts, yeah we’ve got holes in our lives
Well we’ve got holes, we’ve got holes but we carry on.'
Recuerdo bien aquel día que murió mi abuelo. Recuerdo no entender nada. Creer que estaba esperando a no sé exactamente el qué en la puerta de un hospital.
Recuerdo cómo mágicamente lágrimas recorrían mis mejillas al darme cuenta de qué era lo que estaba pasando. Esto es algo que obviamente duele. Estos recuerdos son los que te crean un nudo en la garganta insoportable; con los que intentas hacerte la fuerte. Algo que, después de todo, obviamente no eres, ni serás. Nunca.
No tengo más fuerzas para nadie. Ni siquiera para mí misma. Estoy cansada. Cansada del mundo, de las personas, y de mi, de lo que más. En primer lugar, es el mundo el que cada vez me da más razones para querer alejarme de esta mierda de una vez. Quizás las contrarreste con las que me hacen feliz (que cada vez son menos) y sea eso lo que me mantenga en pie. Quizás la raza humana me haga tanto daño, que les haya cogido incluso asco. Quizás consiga aceptarme cuando la sociedad cambie. Y, quizás, debería aprender a olvidar todo comentario despectivo hacia mí que alguien, haya alguna vez realizado y que mi cerebro aún recuerde. Todo esto, técnicamente no depende de mí, y aunque de mi mano está cambiarlo, os aseguro que no estoy en control de mi mente ni de lo que me afecta, y lo que no (O eso parece). Desearía borrar de mi mente todo complejo o comentario que alguna vez me hayan querido hacer llegar a las espaldas. Borrar todo lo dañino. Olvidar a quien alguna vez me hiciera daño, como ellos de mí ya lo hicieron antes. Me gustaría terminar con el dolor que me produce mirarme al espejo. Pero es casi imposible. Exacto, casi. La pregunta es cómo logro cambiarlo. Dicen que escasas formas para hacer que el dolor cese. Y una de ellas, es simplemente provocándote más dolor. Haciéndote daño en alguna parte de tu cuerpo que odies, o en la más débil. En mi caso, aparte de no ser capaz, es tanto el dolor que me he hecho a mi misma durante estos 15 años, que me resultaría inútil. Completamente inútil. Y por eso no tengo fuerzas para llegar a hacerme más daño, ya tengo suficiente con el que siento dentro de mí, yo creo. Todo es culpa de esta sociedad y su manía de exigir “perfección” a todo el mundo. Esta inseguridad, impotencia, este agotamiento que puedo decir que siento, es creado todo por lo mismo. Por esa exigencia que me he creado yo sola, con ayuda de la sociedad. Esa frustración que produce el no sentirte bien al vivir en la piel en la que vives. No sentirte bien con tu peso, ni con tu altura, ni con tu rostro, ni con tus piernas, ni tus manos, ni tus brazos, ni contigo generalmente. Es irremediablemente odioso. Es desastroso, y es inseguro, llevar eso colgado del cuello. Pero no sé evitar torturarme así. No sé hacer a mi mente que deje de fijarse en toda chica mejor que pasa por mi lado. No sé qué hacer para sentirme útil e importante para alguien. Por mucho que digan lo mucho que me quieren, siempre sentiré que me están mintiendo, y que pronto me dejarán sin refugio una vez más. Y así, no sé cómo lograré vivir absolutamente feliz. Es más, debería dejar de plantearme la existencia de esa determinada felicidad infinita, porque no existe. No existe, y debo aprender una vez más, que este dolor, algún día cesará cuando consiga verme como aquella mentira que dicen que soy.
“Voy a conseguirlo. Voy a conseguir sentirme mejor. Yo sola, no me hace falta nadie más. Y a esos monstruos que consiguen torturarme tanto, conseguiré destruirlos de la misma forma que ellos me destruyen a mí. Llegará el día en que se hayan convertido en mis mejores amigos, lo prometo. Solo necesito tiempo. Eso es todo lo que necesito.”
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